Compartamos historias II

Comenzamos un nuevo trabajo en nuestro blog y es el de comentarsobre los CUENTOS GANADORES de 4to B-C-D  del Concurso sobre Abandono y Violencia en la Familia y la Comunidad. Ellos pasaron a la siguiente fase  ¡Todos estuvieron  excelentes!


Y ya se vienen los  de mis niños de 1ero D. ¡No desesperen!


Con ustedes el segundo de ellos:

APRENDIENDO A VOLAR

Es otra mañana más en que me levanto como espectador, corriendo hacia algún lugar seguro donde me pueda esconder para no escuchar las discusiones que me levantan como si fuera un despertador, me encierro en mi cuarto y me escondo y siempre le pregunto a mi mamá quién va a defender. Esta vez no sé si resista, me duele que se conformen con un perdón y un abrazo, callando cada lamento y convirtiéndome en un triste espectador que tiene que abrazar a su almohada  sin que pueda hacer nada, me pongo a llorar, me tapo los oídos y fuertemente me digo “Todo esto ya va a pasar” Los gritos aumentan no sé si él es el mismo al que hoy en la mañana besé, cuando las cosas se calman, escucho aquel lamento de mi madre, el no querer salir de casa al mercado porque tiene los ojos morados, sólo me queda salir a la calle buscando un refugio en el cigarro donde los problemas ya no me lleguen y mi presencia no se note, escapando del mundo en el que vivo, queriendo encontrar algo mejor y suponiendo que todo será en vano.

Hoy vuelve a hacer uno de eso días pero esta vez será diferente decidí defender a mi madre. Empezamos a discutir y papá me golpeó. Mamá me defendió como pudo pero nada puede hacer lo único que pude decir fue “Te tengo tanto miedo y sé que mami está llorando por tu culpa”. Salir corriendo es mi solución no quiero volverlos a ver, es mi padre pero esta vez no justifico sus golpes. Ya no sé si ahí quiero vivir, viendo a mamá derramando lágrimas en vano sin decir nada a los vecinos o a mi tío cuando vino. Pero ahora qué hará cuando llegue y no me encuentre, porque ya no estaré, porque nunca llegaré a entender todos los golpes que se le escapan. No entiendo, siempre creí que ellos se amaban mucho y no veo cariños ni abrazos y darse un beso es un fracaso. Entonces me pregunto por qué seguir juntos si ya no sé aman porque convertirme a mí en el punto de sus discusiones.

Me encuentro solo y confundido buscando una solución a mis problemas    refugiándome en mi dolor donde esconder mis lágrimas y reír es una buena manera para escapar. Estoy caminando abatido y confundido buscando muchas respuestas a mis preguntas pensando en ya no volver a casa y a la vez pienso en mi madre y si la dejo sola quién la podrá defender, pero vuelvo a hacer egoísta y solo pienso en mí y en los golpes que recibí y cada humillación que pasé buscando una salida a mis problemas, satisfaciendo mi necesidad de vagar, queriendo golpear y buscando en las drogas una respuesta a mis preguntas pues lo verde de mi esperanza poco a poco se fue apagando y sólo sueño pues los sueños, sueños son, sigo caminando y me acuesto en un callejón donde en esta noche fría, el periódico será mi sabana y mi almohada una pequeña roca. Creo que todo será mejor mientras no vuelva a casa. Al levantarme en esta mañana, donde el cielo está más gris que de costumbre, viviendo en la calle, caminando solo y confundido sentí que alguien me miraba. Solo reí pero me hizo un gesto despreciable y piedras empecé a tirar, me sentí enfermo y ahora busco  la manera de desahogarme, golpeando y gritando a la gente como si ellos tuvieran idea de lo que me pasara y recuerdo esas madrugadas tristes en que nunca la gente vio, ni sintió lo mucho que sufrí porque nunca estuvieron, donde mis mañanas lúcidas fueron cuando desperté por los golpes de mi padre y los lamentos de mi madre, suplicando que ya todo esto pase.

Poco a poco voy cayendo en lo profundo, misio y moribundo, sintiendo que la vida se me escurre en un segundo de forma fatal, ya han pasado varios días y no sé cómo estará mamá, voy caminando por la avenida. Me asomé y divisé a un joven alto, muy delgado, pálido con cabellos largos, tenía la mirada de un maleante. Sonreí y me di cuenta que era yo. Me sorprendí mucho al ver al estado en el que había llegado era consciente que me hacía falta un hogar y empiezo a recordar cuando era niño. Papá y yo jugando al escondido un hogar perfecto sin drogas ni violencia, papá ya no grita, papá no golpea nos sobra el amor, tenemos lo mejor y nunca nada nos falto.  Pero no sé cómo poco a poco fueron cambiando las cosas, en qué momento hicimos entrar a nuestro hogar los insultos, los golpes y los maltratos, ahora de tantos nervios sufro muchas crisis es que son tantos químicos que me que hacen que me crea un súper macho, un gran maleante pero nunca he dormido en un calabozo y me doy cuenta lo mal que estoy actuando creyendo que el mundo está en mi contra y que incluso encima me va a caer. Poco a poco fui perdiendo la fe, esa fe que mi madre tiene en mí y que me impulsó a mantenerme firme en los ratos de vago que sufrí. Ahora recuerdo cuando mami me decía: “La vida es corta y que la mejor forma de vivirla es liberándome”. Me doy cuenta que la familia es lo más importante, tengo una madre que sé que a diario reza por mí porque vuelva a casa y todo pase al fin, que tengo un padre que a pesar de todo es mi padre, que tuve muchos errores y nunca los llegué a transformar en oportunidades perdiendo el tiempo y olvidando que el tiempo es un hilito.

Cuando tome la decisión de regresar a casa, me encontraba avergonzado, miré a mi madre y a mi padre, los dos estaban juntos parecían estar rezando llevaban un rosario en las manos. Apenas me vieron se levantaron, me abrazaron y entre lágrimas me dijeron: “Tienes que arreglar tu cuarto” Los tres sonreímos y cuando quise hablar no me dejaron decir nada sólo querían que sepa lo mucho que me amaban y que el pasado ya no importaba, que tenía que dar un receso a mi vida diciéndole adiós a los tropiezos y caídas y que el perdonar es de humanos y más a los que me sostuvieron tanto tiempo en sus  brazos, dejando el vicio y siempre luchando por lo que queremos, sabiendo que el valor no depende de la bebida, que los golpes no llevan a nada, a nada bueno si dañas a los que tú más amas, que debo ser un hombre bueno porque hace falta fuerza para aferrarse a los principios, que no debo repetir sus errores, como cuando era niño y papá sin saber lo que pasaría en nuestro presente me dijo que en la pared clavara un clavo cada vez que a alguien lastimara después cuando me disculpara lo sacara, que la respuesta la tendría cuando lo haría y tristemente me di cuenta que al sacarlos siempre quedan huecos.

Miliana Fernandez